top of page

Límites: La Diferencia Entre Protección y Prisión

  • Foto del escritor: Lorenza Saldarriaga Tomic
    Lorenza Saldarriaga Tomic
  • 4 nov
  • 4 Min. de lectura


ree

No son buenos ni malos... dependen de cómo te relacionas con ellos


Hablemos de límites. Esa palabra que tanto escuchamos en terapia, en libros de autoayuda, en conversaciones sobre bienestar emocional. Pero ¿realmente entendemos qué son y cómo funcionan en nuestra vida?


La verdad es que los límites no son inherentemente buenos o malos. No son una virtud que debemos cultivar ciegamente ni un enemigo que debemos eliminar. Son neutrales. Lo que determina su efecto en tu vida es la forma en que te relacionas con ellos.



ree

Los límites que te cuidan

Hay límites que son sagrados, necesarios, vitales para tu bienestar integral.

Estos límites:


Protegen tu energía: En un mundo que constantemente te pide más, saber cuándo decir "no" y cuándo retirarse es fundamental para tu sostenibilidad emocional.

Cuidan tu mente y tu cuerpo: Te permiten descansar, recuperarte, no sobrepasarte. Son esa voz interior que dice "esto es suficiente por hoy".

Mejoran tus relaciones: Los límites claros y comunicados con amor generan respeto mutuo. Le permiten a las personas saber cómo relacionarse contigo de manera sana.

Son actos profundos de amor propio: Cada vez que estableces un límite consciente, le estás diciendo al mundo (y a ti mismo): "Mi bienestar importa".

Estos límites no te separan del mundo; te permiten estar en él de manera auténtica y sostenible.



Los límites que te restringen

Pero también existen otros límites. Esos que cargas sin siquiera darte cuenta.

Son los límites inconscientes:


Los que heredaste sin cuestionar: De tu familia, tu cultura, tu entorno. "Así son las cosas", "esto no es para personas como nosotros", "no debes hacer eso".

Los que nacen del miedo: Miedo al rechazo, al fracaso, a decepcionar, a no ser suficiente. Límites que se disfrazan de prudencia pero que en realidad te mantienen pequeño.

Los que surgen del apego: A una imagen de ti mismo, a la aprobación de otros, a la falsa seguridad de lo conocido.

Los que existen porque no te conoces lo suficiente: Cuando no sabes quién eres realmente, construyes límites basados en una versión limitada de ti mismo.

Los que no te dejan reconocer tu verdadero potencial: Esas barreras invisibles que te susurran "no puedes", "no eres capaz", "eso no es para ti", cuando la verdad es otra completamente diferente.

Estos límites no te protegen. Te aprisionan.



ree

La diferencia está en tu relación con ellos

Entonces, ¿cómo distinguir entre unos y otros?

Aquí está la clave liberadora: Los límites son tuyos. Y también lo es tu capacidad de abrirte a nuevas oportunidades y reconocer tu potencial completo.


No eres víctima de tus límites. Eres el arquitecto de ellos.


Y como arquitecto, tienes el poder de revisar los planos, de demoler estructuras que ya no te sirven, de construir nuevas que sí lo hagan.



Una invitación práctica

Te invito a hacer algo diferente hoy. Algo poderoso.


Observa tus límites con curiosidad. No con juicio. No con culpa. Con genuina curiosidad.

Y pregúntate:


¿Este límite me cuida o me restringe?

Si te sientes contenido, sostenido, respetado... probablemente te cuida. Si te sientes atrapado, frustrado, pequeño... probablemente te restringe.

¿Nace del amor propio o del miedo?

Los límites que nacen del amor propio se sienten como un abrazo. Los que nacen del miedo se sienten como una jaula.

¿Me permite crecer, reconocer y aprovechar todo mi potencial?

Los límites sanos te dan espacio para expandirte dentro de un contenedor seguro. Los límites restrictivos te mantienen encogido, sin espacio para explorar quién podrías llegar a ser.



Tu mente es infinita

Déjame recordarte algo fundamental: Tu mente es infinita. Tus posibilidades, ilimitadas.


Muchas de las barreras que experimentas no son reales. Son construcciones mentales basadas en experiencias pasadas, en mensajes que internalizaste, en miedos que nunca cuestionaste.

Y sí, a veces necesitamos fuerza, valor y confianza para soltar las barreras que nosotros mismos construimos.


Pero el primer paso es más simple: notarlas. Reconocerlas.


Cuando empiezas a ver tus límites con claridad, ya no tienen el mismo poder sobre ti. La consciencia es el primer paso hacia la liberación.


Dos preguntas para reflexionar

Antes de cerrar, te dejo con dos preguntas poderosas:


¿Qué límite podrías soltar hoy?

Ese límite que sabes que ya no te sirve. Ese "no puedo" que en realidad es un "tengo miedo de intentarlo". Esa barrera autoimpuesta que te mantiene jugando en pequeño cuando estás diseñado para jugar en grande.


¿Qué límite consideras valioso para cuidarte?

Ese límite que honra tu energía, tu tiempo, tu paz. Ese "no" que es en realidad un "sí" a ti mismo. Ese límite que te permite estar en el mundo sin perderte en él.


Un acompañamiento para tu proceso

Si mientras leías esto sentiste que algo resonaba profundamente en ti, si reconociste límites que quieres revisar pero no sabes cómo hacerlo solo...


Estoy aquí para acompañarte.

Desde mi práctica como psicoterapeuta holística, integrando psicología humanista, CFT, reiki, sanación pránica y principios ayurvédicos, abro un espacio seguro donde podemos mirar juntos esos límites.

¿De dónde vienen? ¿Qué propósito tuvieron?  ¿todavía te sirven hoy?


Escríbeme si quieres que lo miremos juntos.

Porque a veces, la compañía consciente y compasiva es justo lo que necesitamos para atrevernos a soltar lo que ya no nos pertenece y abrazar todo lo que podemos llegar a ser.

Tu potencial está esperando. Y los límites que elijas (o sueltes) determinarán qué tanto de ese potencial logras manifestar.



 
 
 

Comentarios


bottom of page